discografía

Aristóteles lo dijo

Aristóteles lo dijo

Aristóteles lo dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas se mueve: la primera,
por el sustentamiento, que la segunda era
por haber juntamiento con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se me podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Y digo más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en toda época, sin seso y sin mesura,
siempre que puede quiere hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran ardor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
saber el bien y el mal y escoger lo mejor.

Consejos para un galán

Consejos para un galán

Haz a la dama un día la vergüenza perder,
esto es muy importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer,
hace más diabluras de las que ha menester.

Talante de mujeres, ¿quién lo puede entender?
Su maestría es mala, mucho su malsaber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder.

No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

Es cosa bien segura: molino andando gana,
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer bien requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana.

Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña;
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña).
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.

Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía,
a Flandes quiero ir, regalos portaría.
Dijo ella: -Monseñer, escoged vos el día,
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.

Dijo don Pitas Payas: -Dueña de la hermosura,
yo quiero en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.
Dijo ella: -Monseñer, haced vuestra mesura.

Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero.
Cada mes a la dama parece un año entero.

Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
y había con su esposo hecho poca morada;
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada.

Cuando supo la dama que venía el pintor,
muy de prisa llamó a su nuevo amador;
dijo que le pintara, cual supiese mejor,
en aquel lugar mismo un cordero menor.

Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
Luego, al día siguiente, vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.

Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido,
su mujer, desdeñosa y fría le ha recibido:
cuando ya en su mansión con ella se ha metido,
la señal que pintara no ha echado en olvido.

Dijo don Pitas Payas: -Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
- Dijo ella: -Monseñer, vos mismo la mirad:
todo lo que quisieres hacer, hacedlo audaz.

Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pinté un cordero y encuentro este manjar?

Como en estas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, Monseñer?
¿Petit corder, dos años, no se ha de hacer carner?
Si no tardáseis tanto aún sería corder.

Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.

Elogio de la mujer chiquita

Elogio de la mujer chiquita

Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.

Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azucar y que flor.

Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!

Elogio del amor

Elogio del amor

Muchas noblezas tiene quien sirve a la mujer,
lozano y hablador y sincero ha de ser;
quien es bueno no debe a las damas temer,
que, si causan pesares, también nos dan placer.

Amor hace sutil a quien es hombre rudo;
convierte en elocuente al que antes era mudo,
quien antes fue cobarde, después todo lo pudo;
al perezoso obliga a ser presto y agudo.

Al joven le mantiene en fuerte madurez;
disimula en el viejo mucho de su vejez,
hace blanco y hermoso al negro como pez;
el Amor da prestancia a quien vale una nuez.

El babieca y el torpe, el necio y el muy pobre
a su amiga parece muy bueno y rico hombre,
más noble que los otros; por tanto, todo hombre
cuando pierda un amor, otro en seguida cobre.

Si las manzanas siempre tuvieran tal sabor
por dentro como tienen por fuera buen color,
no habría entre las plantas fruta de tal valor.
Se pudren en seguida, pero ¿dan tan buen olor!

Lo mismo es el Amor; con su palabra llena
cualquier cosa que diga siempre parece buena;
no siempre es un cantar el ruido que suena,
por advertiros esto, señoras, no os dé pena.

Dicen que la verdad rompe las amistades,
pero por no decirla nacen enemistades;
entended del proverbio las sabias claridades;
lisonja de enemigo no guarda lealtades.

Las ranas en un lago

Las ranas en un lago

Las ranas en un lago cantaban y jugaban,
ningún temor tenían, bien tranquilas estaban;
hicieron caso al diablo, muy mal se aconsejaban;
pidieron rey a Júpiter, mucho se lo rogaban.

Envióles don Júpiter la viga de un lagar,
la más grande que pudo; cayó en aquel lugar;
hizo el golpe del fuste a las ranas callar,
mas ven pronto que no era rey para dominar.

Se suben a la viga cuantas pueden subir,
dijeron: -No es buen rey para nos lo servir.
Pidieron a don Júpiter cual solían pedir.
Don Júpiter, con ira, túvolas que oir.

Como rey envióles cigüeña carnicera
que recorría el lago por toda su ribera;
andando pico-abierta y con gran tragadera,
de dos en dos las ranas, comía muy ligera.

Quejándose a don Júpiter dieron voces las ranas:
-¡Señor, Señor, socórrenos, tú que matas y sanas!
el rey que tú enviaste por nuestras voces vanas
nos da muy malas tardes y peores mañanas.

Quien tiene lo bastante, dése por bien pagado;
el que puede ser libre no quiera estar atado;
no desee inquietudes quien vive sosegado;
ser libre, independiente, no es con oro comprado.

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