A flor de tiempo

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A flor de tiempo

disco A flor de tiempo

 

cancionesfotosvídeotienda

Jaime Gil de Biedma

Triste historia

Anónimo

Romance del conde Niño
Romance del pastor desesperado
Romance del prisionero

Arcipreste de Hita

Consejos para un galán mp3

José Iglesias de la Casa

Una paloma blanca

Emilio Prados

Romance del desterrado

Félix María de Samaniego

El cuento de la lechera

San Juan de la Cruz

El pastorcico

Arcipreste de Hita

Aristóteles lo dijo

 

Triste historia

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
quisiera terminar con esa historia
de ese país de todos los demonios.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos triste; en otra España,
en donde ya no cuenten los demonios.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que sea el hombre el dueño de su historia.
De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España.

El conde Niño

Conde Niño por amores
es niño y pasó la mar;
va a dar agua a su caballo
las mañanas de San Juan.
Mientras el caballo bebe,
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el conde Niño
que por mí quiere finar.
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
Y porque nunca los goce,
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
El murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar;
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

El pastor desesperado

Por aquel lirón arriba
lindo pastor va llorando;
del agua de los sus ojos
el gabán lleva mojado.
-Buscaréis, ovejas mías,
pastor más aventurado,
que os lleve a la fuente fría
y os caree con su cayado.
¡Adiós, adiós, compañeros,
las alegrías de antaño!,
Si me muero deste mal,
no me enterréis en sagrado;
no quiero paz de la muerte,
pues nunca fui bien amado;
enterréisme en prado verde,
donde paste mi ganado,
con una piedra que diga:
"Aquí murió un desdichado;
murió del mal del amor,
que es un mal desesperado."
Ya le entierran al pastor
en medio del verde prado,
al son de un triste cencerro,
que no hay allí campanario.
Tres serranillas le lloran
al pie del monte serrano;
una decía: "Ay mi primo",
otra decía: "Ay mi hermano",
la más chiquitita dellas:
"Adiós, lindo enamorado,
mal te quise por mi mal,
siempre viviré penando."

El prisionero

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

Consejos para un galán mp3

Haz a la dama un día la vergüenza perder,
esto es muy importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer,
hace más diabluras de las que ha menester.

Talante de mujeres, ¿quién lo puede entender?
Su maestría es mala, mucho su malsaber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder.

No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta,
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

Es cosa bien segura: molino andando gana,
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer bien requerida anda siempre lozana;
con estas tres verdades no obrarás cosa vana.

Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña;
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña).
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.

Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía,
a Flandes quiero ir, regalos portaría.
Dijo ella: -Monseñer, escoged vos el día,
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.

Dijo don Pitas Payas: -Dueña de la hermosura,
yo quiero en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.
Dijo ella: -Monseñer, haced vuestra mesura.

Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero.
Cada mes a la dama parece un año entero.

Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
y había con su esposo hecho poca morada;
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada.

Cuando supo la dama que venía el pintor,
muy de prisa llamó a su nuevo amador;
dijo que le pintara, cual supiese mejor,
en aquel lugar mismo un cordero menor.

Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
Luego, al día siguiente, vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.

Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido,
su mujer, desdeñosa y fría le ha recibido:
cuando ya en su mansión con ella se ha metido,
la señal que pintara no ha echado en olvido.

Dijo don Pitas Payas: -Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
- Dijo ella: -Monseñer, vos mismo la mirad:
todo lo que quisieres hacer, hacedlo audaz.

Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pinté un cordero y encuentro este manjar?

Como en estas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, Monseñer?
¿Petit corder, dos años, no se ha de hacer carner?
Si no tardáseis tanto aún sería corder.

Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.

Una paloma blanca

Una paloma blanca
como la nieve,
me ha picado en el alma;
mucho me duele.

Dulce paloma,
¿cómo pretendes
herir el alma
de quién te quiere?

Tu pico hermoso
brindó placeres,
pero en mi pecho
picó cual sierpe.

Una paloma blanca
como la nieve,
me ha picado en el alma;
mucho me duele.

Paloma ingrata,
¿Por qué pretendes
volverme males
dándote bienes?

¡Ay! nadie fie
de aves aleves;
que a aquél que halagan
mucho más hieren.

Una paloma blanca
como la nieve,
me ha picado en el alma;
mucho me duele.

Romance del desterrado

¡Ay, nuevos campos perdidos,
campos de mi mala suerte!
Allí se quedan tus olivos
y tus naranjos nacientes.

Brilla el agua en tus acequias,
surcan la tierra tus bueyes
y yo cruzo tus caminos
y jamás volveré a verte.

No tengo casa ni amigos,
ni tengo un lecho caliente,
ni pan que calme mi hambre,
ni palabra que me aliente.

Brilla el agua en tus acequias,
surcan la tierra tus bueyes
y yo cruzo tus caminos
y jamás volveré a verte.

El cuento de la lechera

Llevaba en la cabeza
una Lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte:
¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!

Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz Lechera,
y decía entre sí de esta manera:
esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío,pío.

Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña, engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.

Llevarélo al mercado;
sacaré de él sin duda buen dinero:
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña.

Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera,
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
Adiós leche, adiós huevos,
adiós dinero, adiós lechón,
adiós, vaca y ternero.

¡Oh loca fantasía,
qué palacios fabricas en el viento!
modera tu alegría;
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.

No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.

No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.

El pastorcico

Un pastorcico sólo está penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llegado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.

Que solo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena,
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.

Y dice el pastorcico: ¡Ay desdichado
de aquel que mi amor ha hecho ausencia,

y no quiere gozar la mi presencia
y el pecho por su amor muy lastimado!
Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado, asido de ellos,
el pecho del amor muy lastimado.

Aristóteles lo dijo

Aristóteles lo dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas se mueve: la primera,
por el sustentamiento, que la segunda era
por haber juntamiento con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se me podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Y digo más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en toda época, sin seso y sin mesura,
siempre que puede quiere hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran ardor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
saber el bien y el mal y escoger lo mejor.

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